Ya tenemos ordenada la emoción del enfado, ira, cólera... Esta vez nos fuimos a recoger pequeñas piedras de nuestro recreo y las coloreamos de rojo. Ahora las tenemos todas guardadas en su bote para que no nos entren muchas ganas de enfadarnos.
Le escribimos una carta al monstruo de colores para contarle como podía dejar de sentirse enfadado y pasara un esta de calma y tranquilidad. Nosotros ya somos unos expertos en pararnos a pensar, respirar y buscar una solución a nuestra rabieta.
Para darnos las gracias el monstruo nos ha mandado un regalo, unas gafas de ver las cosas con un toque de alegría. Así pocas veces vamos a estar enfadados.
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